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Para invocar constantemente al Espíritu Santo, puedes servirte de las oraciones que se hallan en este libro; hay una para cada día del año, para las fiestas litúrgicas movibles (Semana Santa, Pentecostés…) y para otras celebraciones (Día internacional de la Mujer, Día mundial de la Tierra, Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores…).
El padre Treviño nos revela la relación que hay entre las siete palabras que pronuncia Jesús en la Cruz, las siete bienaventuranzas y su correspondencia con los siete dones del Espíritu Santo, entrelazando así dos cosas antagónicas como la felicidad y el sufrimiento. En un extremo en ser humano puede hundirse en el pesimismo y en el otro perderse en una falsa autosuficiencia. Para el cristiano fiel el camino a seguir es el de las bienaventuranzas y la cruz; camino que se recorre con la fuerza y luz que dan los dones del Espíritu Santo.
El catecismo nos dice que hay en la Iglesia una verdadera igualdad entre todos los fieles en cuanto a la dignidad y la acción; sin embargo, quiso nuestro Señor disponer de ciertas diferencias entre sus miembros, tal como todo en el cuerpo sirve para su unidad y misión.
El papa Francisco nos recuerda que el por bautismo todos iniciamos nuestra pertenencia a la Iglesia como laicos y que debemos tener en cuenta que no somos una élite de sacerdotes, consagrados o de obispos; más bien, que juntos formamos el Santo Pueblo fiel de Dios.
Resumiendo un poco, la palabra "sinodalidad" significa "caminar juntos" y refiere a la manera como el Pueblo de Dios (Israel, la Iglesia, cada comunidad) debería vivir, organizarse y realizar su misión. Hemos de caminar con otros hacia la meta, dando, compartiendo y recibiendo ayuda en el trayecto. Cuando caminamos juntos, el Crucificado-Resucitado se hace presente, acompaña nuestros pasos y resucita nuestra esperanza (cf. Lc 24,13-35).
Vivir dentro del Corazón de Jesús no es una simple figura con tintes exagerados. En este libro Mons. Luis María Martínez nos aclara que, por el contrario, hablando de la unión con Dios, las palabras siempre se quedan cortas por muy audaces que parezcan; y que es posible, si verdaderamente lo buscamos, conseguir una unión tan íntima con Jesús como vivir dentro de su corazón.